miércoles, 13 de mayo de 2009

“Las sagas fantásticas son la mitología del siglo XXI”

Gloria García Rivera fue una de las coordinadoras generales de Imaginarios. A continuación os adjunto la entrevista que le hicieron en la Obra Social de Caja Extremadura por la ocasión del I Foro Internacional de Sagas.

Coordinadora del I Foro Internacional de Sagas de la Universidad de Extremadura Grandes hitos de la cultura popular moderna, como Star Wars, El señor de los anillos o los cómics de Frank Miller y Alan Moore, han puesto de moda un género narrativo, el de las sagas, cuyas raíces pueden buscarse en las novelas artúricas o incluso en las tragedias griegas. Su esencia es la creación de un universo paralelo, completo y cerrado de personajes del que uno o varios autores extraen una trama serial, generalmente de carácter épico.

La Universidad de Extremadura las estudia con afán riguroso y crítico del 6 al 7 de mayo en un Foro Internacional que tiene visos de convertirse en uno de los acontecimientos académicos del año. Gloria García Rivera, su coordinadora, nos desgrana aquí algunos de sus vastos conocimientos sobre la materia.

¿Cómo surgió la idea del Foro Internacional de Sagas? ¿Por qué se ha elegido el tema de las sagas? ¿Por qué es internacional?

La Universidad de Extremadura lleva ya tiempo trabajando en esta línea. Como ejemplos, se pueden ver los monográficos sobre sagas publicados en la revista de Barcelona Primeras Noticias. Revista de Literatura; el curso on line de Sagas que se imparte desde el CEPLI (Universidad de Castilla-La Mancha) o una Tesis Doctoral sobre Sagas y Fan Fiction que se acaba de leer en nuestra universidad. Las sagas constituyen un tema de actualidad indudable, por el auge de la fantasía para consumo cultural y como tema de ocio de muchas capas de la población; sin embargo, también un tema en parte desconocido, que se identifica más bien con producciones de gran éxito, como El Señor de los Anillos, olvidando que forman parte de una tradición más amplia. Es internacional porque intervienen creadores del ámbito ibérico e iberoamericano. Además, creo que, no sólo en Extremadura, sino en toda España, ésta es la primera vez que se celebra un evento de este tipo sobre las sagas. Es decir, algo que no sea una actividad promocional, como una feria del libro, o una simple convención de fans.

¿Cuál es su trayectoria profesional y su relación personal con las sagas?

Soy profesora titular de la Universidad de Extremadura, del área de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Facultad de Educación. Siempre he trabajado en temas de literatura infantil y juvenil, y, en general, en educación literaria, y las sagas es un ejemplo de género en auge, del cual falta sin embargo una reflexión teórica y una actualización para que sirva de instrumento formativo y no sólo de ocio. Yo, particularmente, creo que he podido contribuir al estudio del género con algunos artículos; en uno de ellos lo aproximé a un concepto de la psicología infantil, los paracosmos, porque, en efecto, las sagas están vinculadas, no a una fabulación parcial, sino a la creación de mundos o universos completos.

¿Cómo se define una saga? ¿Es un género literario? ¿Qué tiene de especial respecto a otros?

Yo distingo entre las sagas tradicionales, como las nórdicas, que deben encuadrarse en la épica, y las sagas modernas. Éstas son, en realidad, una evolución de la narrativa moderna que rebasa el esquema de la novela clásica, porque se plantea como una narración serial, con todo lo que ello implica; por ejemplo, la escritura alógrafa, es decir, la posibilidad de que, a partir de un mismo universo compartido, varios creadores puedan seguir hilos distintos, o de que los lectores tomen cartas en el asunto con sus propias aportaciones (fan fiction). Todo esto no es fruto de la casualidad. Sin Internet y el hipertexto, sin lo que se ha llamado la posmodernidad, estos desarrollos no hubieran sido posibles.

¿Le parece reduccionista que al hablar de sagas siempre pensemos en un registro épico y la mayoría de las veces en un ambiente medievalizante? ¿Hay o podría haber otro tipo de sagas?

Es que la saga no se reduce al registro épico, aunque sea lo más extendido. Esto último se debe a razones históricas (las primeras sagas trataban en mayor o menor medida esta temática, como Gilgamesh o Los Nibelungos), y también al enorme éxito de obras como El señor de los anillos o, siguiendo la estela de ésta, todo el universo Dragonlance. El formato saga funciona muy bien en el género épico porque las narraciones épicas son muy cercanas a la historia del mundo real, con todas sus guerras, batallas y avatares. Tales aventuras, en la vida real, tienen lugar en un espacio limitado y característico y en un período de tiempo más o menos extenso, que sólo puede ser capturado en una obra de más de un tomo.

Por otra parte, es que el ser humano tiende a repetir lo que conoce. Si alguien quiere escribir una saga y su única referencia es El señor de los anillos, creará algo parecido con mayores o menores variantes. Precisamente por eso ese tipo de sagas tienen éxito, porque la gente que empieza con este tipo de lecturas quiere algo que, ya que es extenso, le sea fácilmente identificable. La fantasía y la ambientación medieval son un recurso identificable y siempre atrayente para cualquiera que se haya criado con cuentos de hadas (o con películas de Disney basadas en cuentos de hadas), y las pueda asimilar a aventuras, emociones, evasión…

Sin embargo, el género épico es lo más extendido pero no lo único. Existen sagas de terror (Crónicas vampíricas, de Anne Rice, y multitud de género vampírico que están saliendo merced al boom de la saga Crepúsculo de Stephanie Meyer), de ciencia ficción (por citar un ejemplo clásico, la saga Fundación de Asimov), o incluso románticas (grupos de libros sobre las aventuras amorosas de miembros de una misma familia, típicos en escritoras de éxito en el género histórico-romántico como Johanna Lindsey o Jude Deveraux); por no hablar de las sagas tipo Matrix ligadas al ciberpunk, y desde luego de las de ambiente urbano cercano a la novela negra, que nada tiene que ver con la fantasía épica. Todas estas temáticas son más recientes pero cada vez tienen más éxito, porque la gente es más exigente y empieza a demandar más originalidad. La fantasía épica se hace a veces demasiado reiterativa, aunque siempre se ensayan fórmulas nuevas.

Los dos ciclos (tebano y micénico) de las tragedias griegas, las novelas de caballerías, las óperas de Wagner, El señor de los anillos, las series de cómics tipo Frank Miller o Alan Moore, la saga cinematográfica de La guerra de las galaxias… ¿No da la sensación de que las sagas son una opción literaria muy intermitente en el tiempo, que nunca ha sido la seña de identidad de ningún movimiento o corriente, pero a la vez una posibilidad recurrente, nunca olvidada del todo?

Las sagas forman parte de lo que Walter Benjamin o Fernando Savater llamarían la narración primordial (para distinguirla de la novela y otras formas históricas) porque hablan de conflictos básicos y a menudo de alcance cósmico. Eso ya lo contaba la mitología griega: por ejemplo, la lucha de dioses y titanes, aunque sirviéndose únicamente de las palabras.

Hasta ahora, las sagas no eran fáciles de escribir o realizar. Al recrear universos tan complejos, con unos personajes muy definidos pero que exigían una cierta evolución a través del tiempo y una historia prolongada y amplia, su composición es mucho más difícil que la de una novela simple. Por otro lado, hasta hace poco, el público lector no estaba acostumbrado a leer obras tan extensas, salvo excepciones. Por eso, la escritura y difusión de una saga no salía rentable ni interesante desde un punto de vista cultural. Siempre han estado ahí, pero su boom ha sido en este último siglo, debido, como decía, al boom de la información y de sus nuevos lenguajes, a lo que algunos ensayistas han llamado “el capitalismo de ficción”, y, en suma, al empuje de una industria del entretenimiento que ha tenido que buscar grandes historias y universos complejos para un público, ahora ya habituado –gracias a la televisión y sus seriales, por ejemplo- a seguir historias largas y complejas e interesarse por ellas.

En estos ejemplos se ve también que se pueden elaborar sagas desde formas artísticas muy diversas. ¿Qué cree que han aportado cada una? ¿Le parece que la naturaleza de las sagas encaja particularmente bien en alguna de ellas?

Claro, porque las sagas son narración primordial, como decía. Preexisten a la literatura y se pueden expresar en lenguajes y formatos distintos, desde la narrativa icónica (pensemos en los frisos del Partenón, que cuentan esa batalla entre dioses y titanes) al cine, la televisión, el rol, el videojuego, el manga… Es es decir, la saga es muy “porosa” a todos estos lenguajes. Como narración serial apoyada en un paracosmos o universo alternativo, casa bien con cualquiera de estos medios de expresión si la “ejecución” es buena. Se ha visto con El Señor de los Anillos, donde tanto la novela como los mapas, las ilustraciones, las películas, etc., han tenido en general una calidad muy reconocida por todos.

Por supuesto, habrá que tener en cuenta las características de cada lenguaje y aprovecharlas para el resultado final. El lenguaje literario es menos limitado que el visual o el audiovisual en cuanto a extensión o recursos, pero, a la vez, éstos son más llamativos y llegan mejor al receptor. Una saga en libro puede tener todas las páginas que haga falta (tantas como el público esté dispuesto a leer y/o pagar), pero una película no puede superar ciertos límites de extensión; está supeditada a los recursos de material, actores, efectos especiales, etc.

¿Puede detectarse valor literario tanto en un cómic o una película comercial como en el teatro o la ópera?

Si todos esos medios, en la medida en que sean narrativos, cuentan bien una historia, entonces tienen calidad estética. La cultura literaria ha venido actuando como referente en algunas sagas, como en el caso de Tolkien, pero empieza a ocurrir en sentido inverso: primero se diseña la saga desde un medio no sólo verbal, como el videojuego o el cine (el caso de Resident Evil), y luego pasa a la literatura, a modo de novelizaciones. En ese caso, se produce como un “cruce de conversaciones”, y al público le gusta reconocer la historia en diferentes “moldes” (por ejemplo, Star Wars ahora en anime) y verse sorprendido. Por citar otro ejemplo, el filme Batman Begins da un giro a la imagen acartonada del superhéroe, y así pasa en muchos otros casos.

Por tanto, el problema no es si una saga en cómic o en el guión de su versión cinematográfica tiene calidad literaria, sino si la “arquitectura de la saga” logra convencer y emocionar como ha hecho estos años la de Tolkien, si es capaz de usar patrones y temas conocidos ya en la mitología pero actualizados y con un enfoque que pueda interesar a los ciudadanos del s.XXI.

En concreto, cuando las novelas de El señor de los anillos o cómics como Sin City y Watchmen han sido adaptados al cine, ¿qué cree que se ha ganado o perdido respecto a los originales?

Siguiendo con lo dicho antes, la leyenda o el mito clásico comparten con el cómic o la película su naturaleza poética, de creación de imágenes, de mundos completos incluso, a través de la facultad que los románticos llamaban “imaginación creadora”. Obras como Watchmen, actualmente famoso por el reciente estreno de su adaptación fílmica, o V de Vendetta tienen un profundo trasfondo filosófico, político y cultural.

Es imposible trasladar con una fidelidad del 100% una novela o un cómic a una película, puesto que, como decía antes, ésta tiene que cumplir unos requisitos técnicos, de duración, etc. Por ejemplo, en El señor de los anillos, aunque se hagan tres películas, se perdieron elementos del libro que los guionistas consideraron irrelevantes para la historia o historias centrales (por ejemplo, detalles de contexto de La Comarca, hábitat de los hobbits, o partes del final). También fueron criticadas omisiones como la del personaje de Tom Bombadil o la sustitución de Glorfindel por Arwen en el rescate de Frodo en la primera película, pero son cambios que ayudan a compactar la historia. No sólo para ahorrar tiempo, sino también para no dispersar al espectador con demasiados personajes, dar un papel más relevante a otros, etc. Aun así, creo que esta adaptación es una de las más fieles y de calidad que se han hecho hasta el momento.

Por tanto, sí que es posible realizar adaptaciones de calidad de las sagas literarias y de cómic. En el caso de Sin City y Watchmen, los ejemplos que comentabas, son ejemplos que van aún más allá de lo que estamos diciendo, porque no sólo trasladan al celuloide la historia, los personajes y la ambientación que los creadores imaginaron, sino también una visión casi literal de las imágenes representadas en las viñetas, y con mucha calidad. Aun así, reitero, sigue habiendo pérdidas de contenidos. La reciente película Watchmen, dirigida por Zack Snyder (también responsable de 300, otra gran adaptación de un cómic de Frank Miller), transcribe con gran fidelidad los contenidos y la historia del cómic de Alan Moore, pero aun así hay matices que se pierden, matices apasionantes de descubrir en la novela.

Así, ¿cuál es el gran mérito de estas adaptaciones? Pueden ser visibles por sí mismas. Muchas de ellas están bien hechas (otras no tanto), pero lo mejor es que descubren al público la obra original en que están basadas. En una sociedad donde prima lo audiovisual, muchos no se habrían interesado en El señor de los anillos o el cómic de Watchmen si no hubieran visto la película. Si están bien hechas y el tema les gusta, irán al paso siguiente, que es la lectura del libro, cómic, etc., y puede que (seguramente) descubran en ellos muchas más cosas que en la película no se les mostraba. Si no les interesa, no habrían acabado la obra escrita de ninguna forma.

En todo caso, no hay que ver la película de El señor de los anillos como un simple clon de la narración de Tolkien, sino como una variación elaborada por una persona llamada Peter Jackson, el cual, cuando dirigió Criaturas celestiales o King Kong ya manifestó su predilección a filmar paracosmos fantásticos. De hecho, muchos jóvenes nunca ha leído la novela de Howard y sí conocen los cómics de Conan. Quiero decir que la lectura del s.XXI es como una red de metro, hay distintas líneas, transbordos, itinerarios…todos ellos válidos si conducen a potenciar la sensibilidad del público, no al aburrimiento o, a veces, a la manipulación.

¿Las series de televisión y los culebrones se pueden considerar una saga?

Si la serie de televisión refleja una ficción primordial o arquetípica, aunque actualizada con personajes modernos, como Burry Cazavampiros o La Espada de la Hechicera, claro que son sagas. No se deben confundir con el equivalente a lo que en el s.XIX se llamaba la novela por entregas; muchas series de suspense o thriller no son sagas, aunque sean series. Precisarían, como hemos dicho, de ciertas reglas, como la delimitación de un paracosmos, personajes corales, etc.

Ferdinand Brunetière, uno de los grandes teóricos de los géneros literarios, concebía éstos desde una perspectiva darwinista, como especies que nacen, evolucionan y se extinguen. ¿Cree usted que este esquema de pensamiento se puede aplicar también a las sagas? ¿Se extinguirán algún día, como ya ha ocurrido por ejemplo con los cantares de gesta, los romances, la novela pastoril o la ópera?

Es difícil predecir el futuro, especialmente cuando los gustos estéticos y hábitos culturales de la gente en la actualidad cambian tan rápidamente, siguiendo la vertiginosa sucesión de diferentes manifestaciones culturales que van surgiendo cada día. Tanto en el pasado como en nuestros días, los géneros literarios están condicionados por muchas variables culturales, sociales, históricas y hasta psicológicas.

Sin embargo, los géneros difundidos en la actualidad (sagas incluidas) disfrutan de una amplia difusión mediática, un lujo con el que los géneros extinguidos en el pasado no contaban. La interactividad entre el autor y el lector (y entre los propios lectores) que hay hoy en día, y la posibilidad de que los propios lectores puedan (y tengan el deseo de) difundir la obra por sus propios medios es un hecho sin precedentes, y algo que ayuda a perdurar la obra y el género por extensión. Un ejemplo de esto lo tenemos en El Quijote, donde Don Quijote quiere hacer perdurar, mediante su comportamiento, su lenguaje, su vestimenta… las novelas de caballerías, un género que empezaba a decaer poco a poco. Imaginemos, entonces, un mundo lleno de donquijotes, no tan drásticos como él pero igual de apasionados por lo que leen. Esta fanmanía, además, se da con mayor entusiasmo en el género de las sagas y de la literatura fantástica.

¿Podrían desaparecer algún día las sagas fantásticas como género?

Lo dudo, porque, hoy por hoy, constituyen la mitología del s.XXI, la forma multidiscursiva en que se expresan las utopías, miedos y esperanzas de la Humanidad, porque estamos ya en una sociedad global.

¿Cuál ha sido la política de selección de los ponentes del foro? ¿No hay muchos creadores y pocos críticos y teóricos? ¿Cuál es el tipo de foro que esperan conseguir con este programa y este elenco de invitados?

Decía al principio que se trata de un evento internacional porque intervienen creadores del ámbito iberoamericano y portugués. Ello tiene una razón importante: la fantasía como género y las sagas en particular parten de una tradición literaria anglosajona muy fuerte, no sólo por la influencia de Tolkien sino porque las traducciones y otros elementos han primado lo que venía de fuera, y, lo que es peor, han transmitido como universal un imaginario muy concreto, el que está en Star Wars, las novelas artúricas o El Señor de los Anillos. Nosotros, me refiero ahora al ámbito latino, tenemos un gran caudal de mitos y de creadores que pueden contar otras cosas. Ésa ha sido la política: propiciar el encuentro de creadores de sagas en español, y, para nuestra satisfacción, son muchos y buenos. Esto ha sido prioridad respecto a otros elementos, aunque también creo que hay profesores y teóricos.

¿Ha contado con alguna colaboración de las instituciones nacionales y autonómicas para la realización de este foro?

El evento está patrocinado por el Ministerio de Cultura, la Junta de Extremadura y la Red de Universidades Lectoras.

¿Cómo va el número de inscripciones? ¿Hay interés por las sagas en el alumnado universitario? ¿Por las sagas como hecho literario o en respuesta a los fenómenos mediáticos de El señor de los anillos, La Guerra de las Galaxias y Watchmen?

El número de inscripciones va bien, aunque queremos limitar el aforo, precisamente para que se pueda interactuar y no sea un acto académico tradicional. Los universitarios, como otros jóvenes, se acercan a las sagas por distintos factores e intereses. La clave está en que las instituciones de cultura, en este caso nosotros, si se nos permite esta pequeña arrogancia, les ayuden a separar lo valioso de lo que es banal o mala literatura. Es algo así como la educación al consumidor: primero hablar del “producto” y luego de sus indicaciones y contraindicaciones, dejando plena libertad, claro, al receptor. Porque consumir sagas no debiera ser sólo como esas sesiones en que uno va al cine y compra palomitas, o coge el mando de una televisión digital y cambia con desgana de canal. Las sagas que emocionan, lo dice Tolkien, implican una empatía del lector, que es quien tienen que recrearla, “recorrerla” abriendo distintos senderos, algo para lo cual valen el libro, el cómic y la televisión. En eso consiste nuestra propuesta. Leer para pensar y pensar para leer –también en los nuevos entornos digitales y participativos-, ése es el auténtico reto que precede a todo. Por ejemplo, en la Red hay múltiples opciones, tanto de herramientas como de contenidos –igual que hay diferentes clases de sagas- y todo ello puede ayudar a cultivar la imaginación, la fantasía, pero se convierte en una maraña o en simple consumismo si no se combina el desarrollo de la imaginación con el del pensamiento crítico. Por eso nuestro foro pretende aunar el disfrutar y a la vez el (re)pensar las sagas.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Se echaba en falta una entrevista y un discurso en este sentido que aleje de una vez la lacra de ser un género menor, adolescente y de escaso interés y calidad. Creo que proyectos e iniciativas desde las universidades, como este Foro Imaginarios, animarán a acercarse desde el ámbito universitario y desde los estudios científicos a este género que, como bien se apunta en esta entrevista, es la mitología del siglo XXI y ha tenido y tiene gran influencia y repercusión en nuestra sociedad presente y futura.
Desde nuestra parcela de autores quisiéramos que se nos juzgara con las mismas armas y filtros que al resto de los productores literarios de cualquier género o época. Si nuestros textos no sostienen un exámen filológico, si se demuestran ser deficientes que no sea por un juicio emitido a priori, sino después de esos mismos estudios y para ello la universidad, sus profesores y sus alumnos deben abrirnos esas puertas y atreverse con nosotros.

Bravo a los organizadores de este Foro. Esperemos que cunda el ejemplo y que se haya abierto brecha en ese muro.
Un saludo.

Yorendra dijo...

Afortunadamente, muchos escritores y profesionales del género llevan años rompiendo esa barrera de "literatura menor", y lo mejor de todo es que la base que están cimentando es muy buena.

Adanamarth dijo...

La verdad es que la entrevista está muy bien lograda. Coincido en que se abogue por alejar la literatura fantástica de catalogarla siempre y de forma perenne como un género menor en la literatura dirigido a jóvenes y adolescentes.
Ciertamente, creo que la literatura debe ir dirigida siempre a todos los públicos aunque algunas veces las historias que se cuenten sean aparentemente más dirigidas a niños que a adultos.
Sin embargo, ¿qué hace que un adulto no pueda disfrutar de la lectura de un bonito cuento o novela de fantasía? ¿Porqué los adultos deben de leer sobre todo obras literarias "mayores" y no pueden leer literatura fantástica? Yo creo que la literatura es siempre literatura. Así que apoyo las palabras de la entrevista al respecto.